Las «extrañas» feministas
Por
18/07/2023
COMENTARIO PREVIO DE OSVALDO BUSCAYA.
a) {En 1938, ante la inminencia de una nueva guerra y en medio del ascenso del fascismo en Europa, Virginia Woolf escribe Tres Guineas, un ensayo que pasará a la historia del feminismo por la ecuación que traza entre fascismo, guerra y patriarcado. Con exquisita lucidez, la escritora británica contestará a la petición de un hombre eminente que le ha dirigido una carta preguntándole a ella, una mujer, “¿cómo podemos evitar la guerra?”. La ocasión le sirve para exponer por qué se niega a ingresar en una sociedad de hombres, aun compartiendo el mismo proyecto: la defensa de las libertades individuales, la lucha por las garantías universales y el rechazo de la guerra. La mujer, argumentará Woolf, no tiene ninguna razón para llamar a las armas en defensa de la patria, porque esa patria la ha tratado como una esclava. Incluso le ha negado la posibilidad de estudiar o tener propiedades. Ante semejante situación, la mujer se siente “extraña” y de ahí que termine afirmando que “en mi condición de mujer no tengo patria, no quiero patria, mi patria es el mundo entero”.}
Pues, al abarcar lo histórico, las costumbres, lo económico, la educación, la vida misma, la salud, la guerra, la religión, la muerte, etc., se “exhibe” la firmeza del transexual ecuménico perverso patriarcado. La realidad del transexual ecuménico perverso patriarcado, sería el sometimiento, el abuso, la violación y la muerte de la mujer; más de la mitad de la población mundial. Enfrentada en su soledad a esta verdad y realidad, la mujer padecería, soportaría y sufriría una persistente contradicción en su existencia y “Ante semejante situación, la mujer se siente “extraña” y de ahí que termine afirmando que “en mi condición de mujer no tengo patria, no quiero patria, mi patria es el mundo entero”. ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción? ¿Sería abrir la caja de Pandora? (En Teogonía, el poeta la presenta como la primera de entre las mujeres, que en sí mismas traen el mal y según Graves, se estaría ante la precursora griega de la Eva bíblica, puesto que Pandora es quien, como aquélla, trae la desgracia a la humanidad).
b) {Mutatis mutandis, las mujeres feministas nos hallamos en una situación muy parecida a la que describía Woolf hace casi un siglo. La izquierda apela a nuestro voto ante el auge de la ultraderecha que amenaza los avances conseguidos en materia de derechos y libertades de las mujeres. Pero las feministas nos sentimos extrañas ante esta izquierda que no solo ha dejado en el cajón del olvido la agenda feminista. Además, ha tomado medidas y aprobado leyes que son contrarias a la misma.}
Pues, deberíamos observar, por tanto, en esta investigación anamnesica la conducta de no aceptar las “opiniones” del transexual ecuménico perverso patriarca sometiéndolas a un examen crítico, no consintiendo que los varones desvíen nuestra opinión sobre la civilización del varón. Reconocemos, desde luego, la “verdad” de ciertos “pronunciamientos”, que retornan constantemente en las manifestaciones de los varones, tales como el que su estado histórico es una prolongada consecuencia de un mandato machista pretérito; pero, por otro lado, hemos introducido un factor que el varón evita mencionar y sólo a disgusto acepta; su disposición a considerar lo femenino como inferior, y despreciable y “La izquierda apela a nuestro voto ante el auge de la ultraderecha que amenaza los avances conseguidos en materia de derechos y libertades de las mujeres”. Desde la horda primitiva el “recorrido” cultural acumula, sin solución de continuidad en lo mental, la totalidad de lo experimentado en milenios; animismo, religión y ciencia. Sería así, que este predominio, simultaneo, de animismo, religión y ciencia se “difunde” en las “variaciones” culturales desde oriente a occidente y viceversa. En ésta “mezcla”, se retrocede constantemente a las etapas animista y religiosa del transexual ecuménico perverso patriarcado, con el “aprovechamiento” de lo científico – técnico.
c) {Las feministas somos hoy en día esa “sociedad de las extrañas” de las que hablaba Woolf, huérfanas de aliados, solas, llamadas a recoger los escombros que nos han dejado y a construir una nueva casa en medio de un terreno desolador. No tenemos ninguna razón, salvo el temor a lo que pueda venir, para apelar al voto de esta “izquierda”. Nos jugamos mucho. Cierto. Pero un voto desde el miedo es un voto viciado. Costó mucho conseguir este derecho para ahora votar en pos de conformarnos con el mal menor y evitar un mal mayor. En este último caso, al menos conocemos al enemigo al que nos enfrentamos.}
Pues, lo que debería alertarnos permanente y constantemente, sería no caer en la finalidad que persigue el transexual ecuménico perverso patriarca de debatir partes o sectores de su discurso homogéneo sin fisuras y “Las feministas somos hoy en día esa “sociedad de las extrañas” de las que hablaba Woolf, huérfanas de aliados, solas, llamadas a recoger los escombros que nos han dejado y a construir una nueva casa en medio de un terreno desolador”. El transexual ecuménico perverso patriarcado es el amo. Amo que condiciona presente y futuro de lo femenino. La “habilidad” del transexual ecuménico perverso patriarca, dueño del lenguaje y pensamiento femenino traslada el debate de sus “realizaciones” a la ciudadanía. Habilidad del transexual ecuménico perverso patriarcado en su perverso accionar controlador de los organismos formales, que provoca una especial maquinación donde su discurso de efectiva consistencia, es “desgranado” y lo “tira” desunido para que se haga cargo el feminismo. El transexual ecuménico perverso patriarcado acciona, ejecuta y crea un ensamble de víctimas y victimarios en un discurso coherente, que luego desensambla y lo tira parcializado al feminismo para el enredo “leguleyo”, con el fin de lograr enfrentamientos contradictorios.
Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
“Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)
El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
Un travesti no es una mujer
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
20 de julio de 2023
Osvaldo V. Buscaya (1939)
Psicoanalítico (Freud)
*Femeninologia
*Ciencia de lo femenino
*
Las «extrañas» feministas
Por
18/07/2023
En
1938, ante la inminencia de una nueva guerra y en medio del ascenso del
fascismo en Europa, Virginia Woolf escribe Tres Guineas, un
ensayo que pasará a la historia del feminismo por la
ecuación que traza entre fascismo, guerra y patriarcado. Con
exquisita lucidez, la escritora británica contestará a la
petición de un hombre eminente que le ha dirigido una carta
preguntándole a ella, una mujer, “¿cómo
podemos evitar la guerra?”. La ocasión le sirve para
exponer por qué se niega a ingresar en una sociedad de hombres,
aun compartiendo el mismo proyecto: la defensa de las libertades
individuales, la lucha por las garantías universales y el
rechazo de la guerra. La mujer, argumentará Woolf, no tiene
ninguna razón para llamar a las armas en defensa de la patria,
porque esa patria la ha tratado como una esclava. Incluso le ha negado
la posibilidad de estudiar o tener propiedades. Ante semejante
situación, la mujer se siente “extraña” y de
ahí que termine afirmando que “en mi condición de
mujer no tengo patria, no quiero patria, mi patria es el mundo
entero”.
Mutatis mutandis, las mujeres feministas nos hallamos en una
situación muy parecida a la que describía Woolf hace casi
un siglo. La izquierda apela a nuestro voto ante el auge de la
ultraderecha que amenaza los avances conseguidos en materia de derechos
y libertades de las mujeres. Pero las feministas nos sentimos
extrañas ante esta izquierda que no solo ha dejado en el
cajón del olvido la agenda feminista. Además, ha tomado
medidas y aprobado leyes que son contrarias a la misma.
Durante la última legislatura del gobierno de coalición,
las feministas hemos asistido entre atónitas e impotentes a los
embistes de una “izquierda” que compraba el relato
neoliberal de la diversidad y abandonaba el que siempre ha sido su eje
vertebrador: la igualdad. Una “izquierda” que blindaba como
categoría jurídica la “identidad de
género”, una vivencia puramente subjetiva que relega la
condición de ser mujer a un sentimiento en una ley que
prevé multas –e incluso inhabilitación
profesional– a quienes se atrevan a defender el principio de
realidad por lo que a la existencia de los sexos se refiere. Una
“izquierda” que ha hecho caso omiso de las advertencias de
asociaciones de juristas y feministas, que alertaban sobre los efectos
de la llamada ley del “sí es sí”, rebajando
las penas a miles de condenados por agresiones sexuales. Una
“izquierda” que no ha anulado una simple instrucción
que permite el registro de bebés, nacidos previo pago por
vientres de alquiler en otros países. Una
“izquierda” que no ha hecho el menor intento de sacar
adelante la ley de abolición de la prostitución. Una
“izquierda” que se ha limitado a publicar un tweet
prefabricado cada vez que una mujer era asesinada por violencia
machista, sin aclarar a qué estaban dedicando las partidas
presupuestarias del Pacto contra la Violencia de Género. Una
“izquierda” que ha desbancado la coeducación, dando
vía libre para que en los centros de enseñanza penetre un
perverso discurso cuya máxima es “no importa el sexo con
el que has nacido. Lo que importa es cómo te sientes”. Una
“izquierda” que ha mirado para otro lado cuando las que
estaban en la primera línea del frente, combatiendo lo que se
nos venía encima, recibían todo tipo de insultos,
agresiones verbales y amenazas, incluso de entre sus propias filas. Una
“izquierda” que parecía complacerse con la censura a
quienes han analizado y revelado las nuevas trampas del patriarcado y
el escenario al que nos arrojaba. En resumen, una
“izquierda” que ha vilipendiado, ninguneado y expulsado a
quienes en su día fueron sus “hijas predilectas”.
Culpar a las feministas de contribuir al triunfo de la derecha por no
votar a esta “izquierda”, además de injusto, es muy
ruin.
Las feministas somos hoy en día esa “sociedad de las
extrañas” de las que hablaba Woolf, huérfanas de
aliados, solas, llamadas a recoger los escombros que nos han dejado y a
construir una nueva casa en medio de un terreno desolador. No tenemos
ninguna razón, salvo el temor a lo que pueda venir, para apelar
al voto de esta “izquierda”. Nos jugamos mucho. Cierto.
Pero un voto desde el miedo es un voto viciado. Costó mucho
conseguir este derecho para ahora votar en pos de conformarnos con el
mal menor y evitar un mal mayor. En este último caso, al menos
conocemos al enemigo al que nos enfrentamos.
No queremos un gobierno de derechas. Pero tampoco queremos elegir entre
quienes niegan la violencia machista y quienes defienden que ser mujer
es una autopercepción o vivencia sentida. Lo que las feministas
queremos es que nuestra casa vuelva a ser la que siempre fue. No es
mucho exigir: tan solo pedimos no sentirnos traicionadas ni utilizadas
ni extrañas.